
- Formación es respuesta a deficiencias encontradas a problemas específicos. Hay quien piensa que sólo hay que formarse cuando surge la necesidad, o la problemática a la que hay que responder, pero lo cierto es que la formación debe ser continua y no sólo eso, hay que saber anticiparse a las necesidades, ir un paso por delante.
- Piensan que la formación es una pérdida de tiempo. Muchas empresas son reticentes a que sus trabajadores se formen porque consideran que eso es una pérdida de tiempo, que gastan el tiempo y no aprenden nada, cuando lo cierto es que siempre se aprende algo nuevo. Esto hace que se adquieran más conocimientos, habilidades o competencias con las que afrontar el trabajo e incluso garantizar un mejor rendimiento en sus funciones. Y sin embargo, muchas empresas no quieren dedicar tiempo a la formación de sus trabajadores.
- No elegir una formación personalizada al puesto, sector o empresa. Hay empresas que sí ven bien que sus trabajadores se formen, pero les da igual el qué. Con tal de decir que han aprendido algo o dar la imagen de buenos empleadores son capaces de aceptar cualquier oferta formativa aunque no la necesiten o no se adapte al puesto. Y es una pena, porque hay muchas opciones formativas a elegir, tanto de modo presencial como online.
- No forman a sus trabajadores por miedo que se vayan a otra empresa. Hay empresas que en lugar de pensar que sus empleados valorarán lo que se hace por ellos aprovecharán la mínima para irse a otro sitio. Puede ser que no tengan confianza en sus trabajadores o piensen que alguien les va a ofrecer mejores condiciones, pero no hay que dejarse llevar por los miedos porque mientras los empleados sigan se aprovechará esta formación al máximo, y muchos valorarán el hecho y se harán fieles a la empresa porque ven que piensa en ellos.
- Piensan que aunque les ofrezcan cursos gratis “les cobrarán después”. La Fundación Tripartita ofrece cursos gratis, y algunos a muy bajo coste, para las empresas. Sin trucos ocultos, tan sólo hay que aceptar las condiciones. Y es que ya las empresas ya cotizan por la formación de sus trabajadores, incluso aunque éstos no se formen.
- No son capaces de detectar las necesidades formativas en la empresa. Puede ser porque no saben o porque no crean una estrategia, pero un buen plan de formación es clave para la empresa. Para ello, hay que conocer cuáles son las necesidades formativas, indagar en qué es lo que se necesita.
- Pensar que los gerentes no tienen necesidades formativas. Hay empresas que consideran que el problema siempre se encuentra abajo, ya que los de arriba están suficientemente cualificados, y no sólo no es así sino que también, por mucho que se sepa, siempre hay nuevas cosas por saber o descubrir.
- No evalúan la formación. ¿De qué sirve una formación que no se valora? De algo servirá, sí, pero si no se valora no se conoce cuáles han sido los resultados de la formación, las ventajas, los aciertos, los errores…
- Creen que si sus trabajadores tienen carencias formativas merece la pena contratar a otros más formados. Hay empresas que piensan que si alguien no sabe algo se contrata a otra persona que lo sepa y listo, sin saber los altos costes que supone la selección y reclutamiento de otra persona, además de que no se puede menospreciar a los empleados tratándolos como meras herramientas de trabajo. Casi todo se puede aprender, así que antes de despedir a alguien por no saber algo es mejor ayudarle y apoyarle para que lo maneje a la perfección.
- No creen en la formación continua. Piensan que por hacer uno o varios cursos ya es suficiente, se aprende todo, cuando la realidad es que las cosas están constantemente cambiando y es necesario seguir formándose con el paso del tiempo. Nunca dejamos de aprender.
Pero sobre todo un error que cometen muchas empresas es eliminar la formación de raíz en tiempos de crisis. En momentos en los que hay que ver cómo recortar gastos en la empresa se debe valorar también las consecuencias de estos recortes antes de llevarlos a cabo. La formación es clave para la mejora de las empresas y por ello no se debe escatimar en ella, al menos no más de lo que se haría en cualquier otro momento.