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Adaptación de productos y servicios

Adaptacion de productos y servicios
Dar a luz a un nuevo producto o servicio nunca es fácil, y mucho menos si lo que pretendemos es enfocarlo a un público heterogéneo. O mucho peor, si pensamos enfocarlo a un mercado amplio y diverso, con grandes y profundas diferencias de raíz en sus gustos e incluso en sus creencias o formas de entender el mundo. Así, antes de concebir un producto o un servicio nuevo, antes de lanzarlo al mercado deberemos plantearlo concienzudamente y pensando hacia el mercado o los mercados a los que nos dirigimos. Y es que de no hacerlo corremos el grave fracaso de que nuestro producto no tenga ninguna aceptación, o incluso que sea rechazado de plano, que sufra y genere un rechazo completo en el mercado en el que pretende penetrar. La cuestión se complica si pretendemos enfocar el producto o el servicio a una diversidad de mercados (y esto también es válido para productos que puedan funcionar muy bien en un determinado mercado y que se pretenda introducir en otros). Pues para cada uno de los mercados a los que nos dirijamos tendremos que tener presente y plantear que ese producto sea adecuado para todos ellos o para el nuevo mercado que nos pretendemos dirigir, y que en ninguno de ellos este producto o servicio sufra rechazo, o que lo presentemos con el fondo y forma equivocado según el mercado al que pretendamos servir. La solución a todo ello pasa por preparar un plan personalizado en cada mercado o submercado al que nos pretendamos dirigir y realizar un análisis al respecto. La solución por supuesto también pasa en base a este plan y análisis mencionado y en la medida de lo posible por adaptar y personalizar el producto o el servicio a los gustos del mercado al que nos dirigimos. Pero hemos de tener presente que muy especialmente la solución pasa por renunciar a entrar en un nuevo mercado, antes que hacerlo mal. Es mejor focalizarnos y dotar todos los esfuerzos a una apuesta segura que ir a perder seguro. De todas formas, si nuestra intención es introducirnos en nuevo mercado, tenemos que tener presente que en cualquier mercado factores como el idioma, la cultura, las costumbres o la religión se tornan indispensables para entrar con buen pie. Teniendo siempre presente que ni nuestras creencias ni nuestras costumbres son las supremas o las válidas porque sí, pues si pensamos así y tiramos para el derecho probablemente lo único que conseguiremos es un inmenso fracaso en la introducción de nuestros productos o servicios.