Saltar al contenido

Autonomía financiera de las empresas

Antes de comenzar a hablar de la autonomía financiera de las empresas es importante explicar: ¿qué es la autonomía financiera? Cuando en el ámbito de las empresas se habla de la autonomía financiera se habla de una compañía u organización que se financie al 100%, es decir, llegar a financiarse en su totalidad todos aquellos ingresos que recibe. La autonomía financiera de una empresa se logra cuando los activos productivos obtienen unos beneficios residuales más elevados que los gastos. En cambio, sí que resulta imprescindible que la compañía u organización no dependa de forma única y exclusiva de una sola fuente, sino lograr una mezcla de diversas fuentes de financiación. Evidentemente, esto no excluye de ninguna de las maneras la financiación procedente de las contribuciones de individuos privados o bien la de donantes. Se debe saber que una empresa y compañía posee una autonomía financiera cuando: –          Toma sus propias decisiones en cuanto al salario que debe satisfacer a su personal –          Toma sus decisiones a la hora de generar e invertir sus fondos –          Puede permitirse rechazar la financiación que implique “ataduras”, ya que este tipo de financiación en absoluto corresponde a lo que sería los valores de la organización o compañía Son muy pocas aquellas compañías de la sociedad civil que han logrado por completo su autonomía financiera.  Este tipo de organizaciones siempre son consecuentes ante aquellos interesados directos del desembolso de los fondos recaudados en nombre del desarrollo de la organización. La meta principal a la cual se debería aspirar es la capacidad de lograr subsistir sin necesidad de llegar a comprometer sus valores ni su visión como empresa. En el caso de no llegar a ser así, podría llegar a producirse lo que a continuación se expone: –          La compañía confía en su totalidad en los beneficios y trabaja para lograr muchas más ganancias, sin tener en consideración su visión y valores como organización –          La compañía invierte sus ganancias de una forma poco o nada rentable, así como poco o nada eficiente, llegando a desaprovechar los bienes conseguidos –          La compañía confía exclusivamente en las donaciones que provienen de donantes extranjeros, los cuales pueden llegar modificar sus prioridades de financiación con muy poco tiempo de antelación –          Y por último, que no menos importante, la compañía únicamente confía en un solo donante, y una retirada de su apoyo financiero supondría el fin de la compañía. Es importante señalar que los ingresos de tipo residual o pasivo resultan ser una buena manera de conseguir un elevado nivel de autonomía financiera con un mínimo esfuerzo por parte de la compañía. En muchas ocasiones se ha mencionado el ratio de autonomía financiera para lograr calcular esta capacidad, de tal modo que cuanto mayor sea el ratio que posea una compañía X, mucho mayor será la autonomía financiera de esa empresa en cuestión.