
A veces las malas inversiones son las que se hacen, otras las que no se hacen, y en ocasiones la inversión aunque es buena podría ser mejor (relacionado con el costo de oportunidad). Lo que está claro es que para evitar caer en la mayoría de los errores que acaban en fracaso, se debe tener muy clara la estrategia de inversión, aunque se vaya adaptando posteriormente en función de lo que se va aprendiendo o conociendo. Un estudio ha indica que cuando las personas cometen algunos errores en las inversiones se activan dos regiones del cerebro. La cuestión es que estas áreas del cerebro no se asocian ni con los impuestos ni las matemáticas, sino con las emociones o cómo se sienten las personas tras haber invertido. Por tanto, las emociones anticipatorias podrían ayudar a tomar decisiones incluso en las inversiones, detectando malas inversiones antes de realizarlas. En todo momento, hay que dejar los sentimientos de lado para tomar decisiones racionales. Así mismo, para evitar malas inversiones se debe tener una imagen del conjunto, evitando invertir mucho en un solo activo, mercado o sector. Tampoco es recomendable invertir a corto plazo porque la mayor probabilidad de pérdidas se produce en ese tipo de inversiones. Los que invierten de verdad y obtienen los mayores beneficios lo hacen a largo plazo. Tampoco es bueno operar demasiado, ya que con el paso del tiempo se acaban tomando decisiones irracionales. Sobre todo ha de evitar hacerse cuando se han cometido errores que han costado mucho dinero, y se quiere recuperar lo perdido, ya que esto puede acabar en un círculo vicioso en que cada vez se pierde más. Al igual que si se opera en momentos de turbulencias o inestabilidad financiera, se pueden cometer malas inversiones. Los rumores no son buenos consejeros. Es mejor hacer caso del sentido común que “apostarlo todo a un rumor”. Aunque el sentido común tampoco es “una intuición”, es una decisión racional basada en datos reales. Aunque hay quien de los rumores ha obtenido beneficios interesantes, los mayores fracasos surgen de estas inversiones. Lo ideal es comprar bajo y vender alto, evidentemente, lo que no se debe hacer es comprar algo para vender alto porque puede no funcionar. Una mala inversión es fácil de reconocer tras haberla hecho, pero hay que aprender a “reconocer los errores” para así aprender de ellos; en lugar de intentar justificarlos y volver a cometerlos. Por ello mismo, es importante analizar en qué se ha fracasado y actuar en consecuencia a ello.