
En el campo de las ventas, es muy complicado saber dónde se encuentra la delgada fina línea entre el sí y el no. Si no intentáramos conocerlas, cualquier persona se pararía ante un no o intentaría convencer al cliente a toda costa, pero ¿por qué hacer algo contrario al sentido común? Hay que intentar descubrir cuándo un no es realmente NO y cuándo debemos parar de insistir. Muchas veces te habrás encontrado con clientes que dicen: se lo tengo consultar a otra persona, nos lo estamos pensando, aún no me ha dicho nada al respecto, estamos valorando ofertas, etc. Pero ¿es verdad? Ante esto sólo queda intentar dar un último empujón para propiciar la venta o reconocer que debemos parar. Tras 10 llamadas telefónicas a alguien, o tras 10 visitas, lo más probable es que el cliente no esté en absoluto interesado ¿a qué no? De todas maneras, no llegues a las 10 llamadas, con que lo hagas 5 veces es más que suficiente. Tras el último intento, se puede enviar un correo indicando las veces que has intentado contactar, comentando la oferta e indicando si les interesa se comuniquen ellos. A veces se consigue alguna venta después, pero presionando no se consigue nada. Si la persona sigue siempre con la misma “excusa” o razonamiento, lo mejor puede ser, y aún con miedo a escuchar lo que no interesa, preguntar con contundencia si le interesa la oferta o no, dejando campo abierto para la sinceridad. Si la persona no está para nada interesada, es mucho mejor saberlo y dedicar ese tiempo a captar nuevos clientes que realmente están interesados, conseguir un buen cliente en vez de alguien que sólo dice sí por decir. Aprende a escuchar a los clientes, ofréceles la suficiente confianza para que hablen con sinceridad, porque sólo así se puede conseguir vender exitosamente. A veces, el cliente simplemente dice no porque no reconoce en qué le beneficia el producto, porque se le comentan prestaciones o características y no soluciones a sus necesidades, y por ello hay que saber cuál es el motivo final de un no. Es posible que haya una solución. Quizá lo que se le ofrece ¡es lo que estaba buscando! Y aún no lo sabe. Si normalmente contactas con una persona que no es la interesa final, es bueno averiguar por qué no se ha logrado contactar con el destinatario final de la oferta. ¿Tiene otro horario, está de vacaciones, no le interesa la oferta? Intenta descubrir qué pasa, y tras varios intentos lo mejor es dejarle la forma de contacto a esta persona por si finalmente la oferta interesa. Saber vender es no conformarse con un no a la primera, pero también saber detectar cuando a un cliente realmente no le interesa lo que se le propone y dejar las puertas abiertas para que sea él el que se acerque cuando se encuentre preparado. Menor no vender que tener clientes descontentos.