
Nunca he sido partidario de prohibir, pero también es bien cierto que hay casos en los que se torna indispensable hacerlo. Si eso lo trasladamos al entorno profesional y concretamente lo focalizamos en el uso de gadgets tecnológicos personales por parte de los empleados en su horario laboral podamos entrar en un profundo debate, un profundo debate que a mi entender tendría que tener un punto final: no importa el uso personal en horario profesional siempre que esto no signifique ningún perjuicio a la empresa, es decir, siempre que el empleado no pierda productividad, ni nos perjudique en nada como empresarios. A mi entender, no debemos olvidar que el tiempo que un profesional está bajo nuestro mando y nuestras órdenes, es decir, aquel horario en el que le estamos pagando un salario, el mismo está sujeto y bajo nuestra “jurisdicción”, y por ello veo bien que pueda hacer lo que le venga en gana siempre que no nos perjudique, pero también entiendo a aquellas empresas que desean prohibir cualquier uso de aparatos personales en horario laboral, la empresa paga, la empresa decide. Cuando digo esto puede parecer que quiero el ordeno y mano, o bien que defiendo un modo despiadado de imponer la autoridad, nada más lejos de la realidad, mi pretensión es hacer entender que todo el mundo puede hacer lo que estime conveniente cuando está bajo sus normas, pero que no puede pretender imponer estas cuando esta a cargo de otro. Ahora bien, en el uso tecnológico personal en horario laboral tendría algunas consideraciones a realizar, me explico: Comúnmente se tiende a ver como algo negativo y un lastre para la concentración y la productividad, amén de la imagen, todo aquel uso que se realiza de gadgets, yo no lo tengo tan claro, es decir, es cierto que hay empleados que abusan, y que los hay que se merecen y deben ser puestos en vereda, pues parece que en lugar de un lugar de trabajo están en un parque infantil, pero más allá de ello, y más allá de estos casos en particular, la nocividad de dicho uso, lo pongo, cuanto mínimo en entredicho. Y lo pongo en entredicho por varios motivos: primero porque un uso racional y acorde puede estimular el bienestar del empleado y favorecer que este a gusto y tranquilo en su quehacer, segundo y visto egoístamente aún nos puede hacer un favor, pues es probable que de esos gadgets también haga un uso profesional, un uso para su tarea diaria con nosotros, y tercero, excepto en los casos mencionados, o en profesiones concretas donde por seguridad u otros condicionantes donde el llevar móviles, tabletas o similares deba estar prohibido, considero absurdo querer limitar unos aparatos que en realidad ya son como la extensión de muchas personas, como sus zapatos, reloj, cinturón, y quitarlo puede resultar peor que otra cosa. Ahora bien, y como decía, todo debería quedar circunscrito a lo que desee cada empresa, todo debería quedar circunscrito a la libertad empresarial.