
Siembre he creído, siempre he dicho y he defendido que un negocio tan sólo tiene que tener un objetivo final: la maximización del beneficio económico para sus propietarios, accionistas o quienes sean que hayan aportado recursos económicos para levantar dicho negocio, arriesgando su patrimonio y su estabilidad en la vida en muchas ocasiones. Pero existen muchas personas, que piensan que un negocio además debe de tener un componente social, o es más, que un negocio se genere para obtener un fin social, estos negocios también hay que tenerlos en cuenta, pues son negocios al fin y al cabo. La verdad es que yo en realidad siempre he creído que en esencia las ONG, las asociaciones tal o cual, en realidad no son nada más que empresas que buscan su propio lucro o los beneficios en los que ellas creen. Aquí no voy a entrar en una crítica a estas empresas, ni voy a entrar en decir que en muchas ocasiones, estas empresas son auténticas empresas al más puro y feroz estilo que dicen detestar pero que se visten con piel de cordero y con un nombre dulce, aquí voy primero a entrar a decir, que llámese como se llame, es una empresa al fin y al cabo, y que hay muchas de estas empresas que si que pueden tener un interesante fin social. En el primero de los ámbitos decir que ahora, es finalmente, cuando desde todas las esferas, desde todas, incluso desde dentro de estos ámbitos tan idealizados y tan, a veces poco acordes con la realidad, se está entendiendo que las empresas de carácter social, o que sectores poco vistos como empresas, como pueden ser el cine, el arte, la cultura en general, en realidad, y por el bien de ellas mismas, son empresas en sí mismas. Empresas que necesitan recursos económicos para subsistir, y empresas que generan beneficios económicos, y por tanto negocio. En el segundo de los casos, nunca había creído sinceramente en eso de una empresa de carácter social, de carácter que tratase en lograr otros objetivos que no fuesen el lograr un beneficio económico para sus propietarios y por extensión para la sociedad en general, pero tengo que reconocer que hace no mucho descubrí un negocio (un hotel canino donde mi Yorkshire pasa sus estancias mientras nosotros, sus dueños nos ausentamos del hogar) que avala la bondad de muchos de esos negocios. La verdad es que el negocio que comento en el párrafo anterior me sorprendió, y mucho, es decir, no me sorprendió el negocio en sí mismo, que de haberlos los hay y muchos, ni la viabilidad o no del mismo, me sorprendió el enfoque que le da al negocio la pareja que regenta el negocio. Y digo ello, especialmente lo de la sorpresa, pues a pesar de probablemente esta pareja encontrarse a las antípodas ideológicas mías, congenié y simpaticé rápidamente con su mentalidad y su sistema, pues la misma entendía pragmáticamente que el negocio era en realidad una máquina para hacer dinero, una máquina como yo digo para obtener rentabilidad económica, pero a su vez, entendía que ese dinero, que ese beneficio, si bien era para vivir ellos como personas, era también para lo que ellos entienden como una necesidad superior, la de cuidar y proteger a la mayoría de animales que puedan. Sinceramente me impactó, pues si bien comparto ese amor por los animales y esa necesidad de protegerlos, en mi catálogo de valores no entra una empresa que no se consideré como una herramienta de rentabilidad, sino como una herramienta para ese fin superior, y sin duda, eso me permitió ver, que esos negocios, enfocados pragmática y realistamente deben tener cabida en la sociedad, pues no se trata de asociaciones que pretenden vivir de subsidios con recursos e impuestos de todos, sino de empresas que generan su propia riqueza y esfuerzo para destinarlo a sus propios proyectos y valores, ¡chapeau!