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Cuando la tecnología se vuelve el peor aliado

El otro día tuve la gran desgracia de tener que pisar una oficina de Correos (y digo la gran desgracia no porque no pise una oficina de esta compañía habitualmente o porque me caiga especialmente mal, sino por como se verá el colapso que me tocó vivir). Una oficina en la que simplemente iba a llevar un pequeño paquetito para enviar, y que para ello me pasé tres cuartos de hora, simplemente con dos personas delante mío y que me permitió vivir, entre otras cosas, un gran colapso por culpa de la incompetencia profesional en materia tecnológica, lo que me llevó a pensar en realizar este artículo. Y es que dicha espera me permitió visualizar perfectamente cómo de nada sirve incorporar todos los aparatos tecnológicos que se incorporen a una empresa, si ello no va acompasado, si ello no va acompañado de una adecuada formación de los profesionales que deben de usarla. Aquí no voy a entrar a evaluar la productividad funcionarial, ni tampoco si una pequeña oficina con dos ventanillas no es poco para dar servicio a una gran cantidad de población, máxime cuando se trata de una oficina recién reformada y que podría haberse solucionado en dicha reordenación física del espacio, pero sí que voy a entrar como una de estas ventanillas o las dos pueden verse taponadas y colapsadas por no saber utilizar los empleados las herramientas a su alcance. Y todo ello me lleva  a destacar la necesidad de que incorporemos siempre la mejor y más avanzada tecnología a nuestras empresas y a nuestro día a día profesional, sí, ¡pero que la sepamos utilizar y sino que nos formemos en ella! Dicho de otro modo y volviendo a mi experiencial “colapso tecnológico” en Correos, de nada sirve modernizar las estructuras, de nada sirve intentar dotarse de una imagen de compañía moderna, si los empleados, en sus actitudes y formación, aún siguen siendo empleados de luces y taquígrafos y de máquinas de escribir Olivetti. Obviamente, lo dicho anteriormente no será extrapolable a todas las empresas, pues de buen seguro que la implementación tecnológica va unida a un buen sistema de formación tecnológica sobre la misma implementación y los usos de la misma, y de buen seguro que ello tampoco es extrapolable (¿no?) a todo Correos en general, pues seguro que existirán profesionales excelentemente preparados, pero cuando menos resulta destacable. Evidentemente la solución para por más y más formación, más y más capacitación, pues esa es la única forma de sacarle jugo a la tecnología de la que dispongamos y que ella sea lo que es, una ayuda, y no un problema que es en lo que se convierte de hacer lo contrario. Pero atención, en el caso de empresas como Correos, empresas monopolio o casi, con un pasado público y funcionarial de primer nivel y con una mentalidad estructural arcaica, el problema va más allá de dotar a sus empleados de formación, el problema va hasta la autentica raíz de la compañía, ¿la solución? Primero limpiar, quitar la carcoma y rehacer las columnas de la misma empresa.