
Tenemos una empresa de éxito y así y todo no nos sentimos satisfechos porque nuestra competencia gana más que nosotros, tenemos un excelente equipo de trabajo al que no valoramos lo suficiente pues nos gusta más el de la empresa de al lado, o bien somos unos excelentes profesionales liberales pero somos unos profesionales que se comparan permanentemente con sus compañeros de profesión y competidores a la vez, ¿hacemos bien? No, sin duda no hacemos bien, de ninguna de las maneras podamos decir que sea una postura sana, adecuada y constructiva estar siempre basando nuestro éxito en el éxito de nuestro vecino, en estar siempre envidiando que otros tengan más por mucho que nosotros tengamos. El éxito no está en ganar a los demás, el éxito está en ganarnos a otros mismos. ¿Eso quiere decir que quien firma cree que no se debe competir con los demás? No, no es esto. Sí, sí que se debe competir, por supuesto, la competición, la competencia en los negocios es la clave del éxito, pero competir no significa tener una obsesión mal sana ni una fijación en los demás, en todo caso significa tenerla en nosotros mismos, y en consecuencia y por medio de nuestra mejora, de nuestro desarrollo continuo, superar a los demás. El objetivo es ser siempre los primeros, sí, pero para llegar a esa posición predominante (teniendo presente que el concepto de “predominante”, y de “primero” varía según cada tipo de persona), podemos tomar dos caminos: una el de apuntar la mirilla hacia los demás y sólo pretender superarles, y la otra, es la de apuntar la mirilla hacia nosotros mismos, superarnos día a día y mediante esa superación ya irán llegando los resultados. Quien firma es de está última opinión, y es que no podemos controlar lo que hacen los demás, pero si que podemos controlar lo que hacemos y quien somos nosotros mismos. Autosuperación para obtener el liderazgo y una férrea exigencia propia para superar todas las adversidades es el mejor camino para lograr el éxito, nuestro éxito, aquel éxito que nadie podrá arrebatarnos, ese éxito que emanará y se sentirá en nuestro interior. Y ese éxito sólo se logra compitiendo con nosotros mismos, el enemigo y el aliado está en nosotros, el contrincante es una circunstancia, el auténtico mérito no está en vencerle a él, el auténtico éxito está en ser los mejores venciéndonos cada día a nosotros mismos.