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La Responsabilidad Social Empresarial (RSE), tuvo sus primeros vestigios conocidos en los años 50s y pese a que algunos colegas opinan que ya ha pasado mucho tiempo desde que se inició su fomento, en realidad; desde la perspectiva de los negocios es un tema aún nuevo y que dependiendo del nivel de desarrollo intelectual  de los consumidores en el país de que se trate; es la claridad con la que se le conceptúa. Incluso no solo depende del nivel de conocimiento del consumidor. Existe otro concepto posiblemente más influyente para su percepción; el grado de corrupción del país en el que se aplica.  En algunos de los países con elevados índices de corrupción, los principios reguladores de esta filosofía voluntaria son apenas débiles conceptos resumidos de sus ancestros, que de una manera amigable plantean al empresario nociones de observancia obligada; para optar a la certificación. En algunos de esos casos son utilizados como una estrategia de marketing deshonesta. Otros puntos de vista de escritores en el tema, afirman que la RSE es fruto de empresarios visionarios y generosos. Lamentablemente la miopía con la que se percibe esta filosofía está muy relacionada con los conocimientos históricos y retrospectivos acerca de lo que ha sucedido en la humanidad. ¿Cómo puede atribuirse a la generosidad,  el cumplimiento de derechos laborales, de derechos humanos, de respeto al medio ambiente y la no depredación irracional? El futuro de la filosofía de RSE, es muy incierto en estos momentos. Posiblemente tratando de rivalizar con Nostradamus, el resultado se vislumbra para su cumplimiento franco en un siglo más, en el que la presión internacional y la filosofía de Desarrollo Sustentable, ejerzan la suficiente coerción  sobre las empresas y países más renuentes a su adopción. La mayoría de los conceptos de la filosofía de RSE, involucran derechos generalizados que deberían ser considerados bienes comunes; por tratarse de situaciones que no debiesen ser negociables para su cumplimiento, ni consideradas un privilegio para quien las recibe. Ningún empresario está obligado a ser generoso, pero sí debería estar obligado a respetar los derechos de sus trabajadores, de la sociedad y del mismo medio ambiente. El problema de la incertidumbre del futuro de la RSE, no solo recae sobre el empresario, mucho de su actuación es corresponsabilidad de los sistemas de gobierno que toleran y promueven actividades fuera de la legalidad a cambio de jugosas retribuciones de todo un sistema fuerte y eficientemente creado. Pensar en el futuro de la RSE, es muy complicado para quienes con impotencia observan lo que sucede con mucha frecuencia aún. Para otros que si tienen el poder de influir; saben que desafortunadamente una filosofía de carácter voluntario no es suficiente. Seguramente el futuro real de la RSE, está en manos de las grandes masas, quienes producto de la ignorancia o de beneficios y dádivas del sistema actual, toleran con indiferencia las atrocidades o forman parte de ellas, por brindarles un mecanismo que les permite subsistir. El futuro bajo este esquema no es predecible, solo es factible de diseñarse con la voluntad y con el conocimiento de una sociedad comprometida y consiente de los estragos que se avecinan en el futuro y de los cuales muchos pagarán las consecuencias. RSE y el futuro