
Cuando establecemos la venta de nuestros servicios profesionales, cuando ofrecemos algo al mercado, una de las cosas que nos plantemos ya no es tan sólo la tarifa que pondremos, sino la modalidad de pago que impondremos, y ante ello para mi la opción está más que clara: el prepago es lo que debe, o lo que debería en la mayoría de los casos imponerse. Cuando viajo, como cliente me gusta viajar con todo prepagado, es decir, no me gusta eso de pagar la tarifa directamente en el hotel, no me gusta pagar el coche de alquiler al retirarlo o no me gusta pagar los peajes a cada paso y me gusta llevar un sistema de prepago al estilo del que ya he hablado en otras ocasiones. Y digo ello como cliente, pero si lo miramos como empresa o como profesional, ello reúne amplios beneficios, y especialmente uno: el garantizarse el pago y el servicio, es más, el disponer del dinero antes de prestarlo. Ello está claro y meridiano en los casos en los que anteriormente he expuesto, ello también está claro y meridano en muchos otros casos. Pero atención, ello para nada está tan claro en muchos otros casos, es más, incluso en algunos casos el cobro por adelantado, por la propia naturaleza del producto o servicio, no será posible, pero en muchos casos si que lo es. Y en los casos en los que sí que lo es deberíamos explotar, siempre, reitero, siempre que nos sea posible dicho factor, y deberíamos renunciar a otras modalidades de pago, creo y a mi entender aún a riesgo de poder perder algunos clientes. Y si bien el pago por adelantado es una necesidad imperativa incluso para la supervivencia de muchos negocios, lo sí que resulta imperativo es no caer en viejos esquemas, de negocios moldeados al estilo antiguo de dar unas condiciones y modalidades de pago hoy en día inasumibles y contraproducentes para la economía de cualquier empresa. Ahora bien, dicho esto también cabe decir que implantar el prepago en muchos casos, igual no nos es posible hacerlo en su totalidad, en este caso y siempre en la medida de lo posible es más que aconsejable como mínimo el implantar parcialmente esa modalidad, es decir, el intentar que nos paguen como mínimo por adelantado los costes básicos que nos supone generar ese producto o servicio, para que llegado el caso y en caso de no prestación del mismo o de impago del mismo si finalmente se realiza, igual no ganemos dinero pero como menos no perdamos. En definitiva, el prepago no es la solución para todos los productos y servicios, si el prepago es la panacea a todos los problemas de una empresa, ni es la solución mágica para la subsistencia o la liquidez de cualquier negocio, pero sin duda es una buena medida para limitar los riesgos de perdidas o de impagos lo máximo posible, así que en nuestras manos está el saberlo aprovechar e implantar, sin que por ello nuestros clientes deban asustarse.