
La cuenta de pérdidas y ganancias recoge el día a día de la empresa, la actividad. Es como el monedero de las madres de antes a lo largo del mes. Llegan los sueldos y van desapareciendo. Si al final de mes hay calderilla, hay beneficios; si ha tenido que hacer milagros y allí ya no queda nada y aún debe, tenemos pérdidas. Dejemos ahora nuestro símil y vayamos a mundo de la empresa. La cuenta de pérdidas y ganancias es una cuenta en cascada. En este caso las ventas aparecen en la columna de la izquierda. (Recordad el balance en la izquierda lo que tenemos, aquí también, las ganancias). Y en la columna de la derecha todos los gastos, los operativos, los de financiación, los impuestos… Vamos a verlo despacio, poco a poco. Ventas: recoge el valor de los productos o servicios de nuestra empresa. Lo que hemos obtenido un ebanista al vender los muebles que produce, o las tarifas del diseñador por hacer nuestro logo. ¿Qué más nos dice? Por el valor de las ventas podemos tener una idea del tamaño del negocio, de su evolución a lo largo de los años. Si hiciésemos un análisis mensual, se podría ver si son ventas cíclicas (pensad en una empresa juguetera) o uniformes a lo largo del año (una panadería). El coste de las ventas: es la variable que más depende de la forma en la que el negocio opera. Podemos saber si la empresa es manufacturera o comercial. Si se trata de una empresa transformadora, llegar a este valor requerirá un cálculo complejo que enlazará con la contabilidad de costes. Será una partida a reducir mejorando los procesos de producción y la forma de trabajo de la entidad. Si por el contrario se trata de una empresa comercial, el potencial para ampliar el margen estará más en la negociación, tanto de compra como de venta, en la gestión de almacenes… La diferencia entre ambas nos dará el margen operativo, el margen que aparece por la actividad propia de la empresa, independientemente de cómo se financie, de cuales sean sus inversiones. Es el primero de los márgenes a gestionar. Su incremento puede venir del incremento de las ventas o de la reducción de los costes. Después de este margen aparecerán en los gastos de amortización. Es la forma de recoger en la cuenta de pérdidas y ganancias el “gasto” de los bienes inmuebles utilizados en la producción. (Este es un concepto complejo al que tendremos que dedicar un artículo entero). Por otro lado, muchas veces en este apartado de la contabilidad financiera pesa más el elemento fiscal que la distribución real de los costes de los equipos y su relación con la producción en relación directa con la producción. Respecto a los gastos financieros van directamente relacionados con la cuantía de la financiación externa de la empresa. Son los intereses de nuestras deudas, a largo plazo, a corto, de la línea de crédito… Incluso alguna vez podemos llevarnos una alegría y ver que hemos recibido algo de intereses por el importe en las cuentas bancarias (o si la empresa mantiene dinero en moneda extranjera para hacer pagos por ejemplo, quizá también los tipos de pago nos sonrían) En estos dos casos se trataría de un ingreso, de una disminución de nuestro gasto. Estos gastos también pueden ajustarse según sea la actividad de la empresa, aprovechando por ejemplo los días de pago a proveedores y el sistema de cobro. Puede que llegado este momento ya no nos quede tanto dinero en nuestro “monedero”, y como en cualquier familia que tenga que pagar un préstamo hipotecario ¿Qué ocurrirá a nuestra empresa si los tipos suben? ¿Habría margen suficiente o se entraría en pérdidas? Aquí podremos ver si estamos en riesgo, o si tenemos cierto margen de tranquilidad. Si aún hay beneficios, deberemos pagar los impuestos por actividad. Y hasta aquí nuestros gastos, la desaparición progresiva de lo que nos ha costado tanto ganar. Las preguntas finales ¿Y si queda algo? Con el resultado neto podremos ahorrar o distribuir beneficios a los accionistas. ¿Y si es negativo? Hemos tenido pérdidas, hemos perdido parte de lo que es nuestro, ha disminuido nuestro capital social. Si en este momento cerrásemos la empresa y liquidásemos todos los activos y todas las deudas, ahora tendríamos menos que cuando empezamos. ¿Cuánto menos? El importe de las pérdidas. Y en este momento volveríamos a empezar. ¡Feliz contable año nuevo!