
No somos iguales cuando nacemos bebes, que cuando somos niños que van a la escuela, y no somos iguales de niños que vamos a la escuela que de adolescentes, del mismo modo que nada tenemos que ver de adolescentes a cuando somos adultos. Pues lo mismo sucede en la empresa, no es la misma cuando nace, que cuando crece, y no es la misma cuando crece que cuando ha crecido. ¿Y qué pretende decir quien firma con lo indicado en el párrafo anterior? Pues quien firma quiere decir que exceptuando algunos casos concretos, por lo general no será apropiado tener el mismo equipo profesional que ha servido para hacer nacer a la empresa, que el que tiene que servirnos para hacerla crecer, que el que tiene que servir para consolidarla. ¿Eso quiere decir que siempre hemos de estar cambiando de personal? No, ni mucho menos, siempre habrá algunas piezas básicas (que no insustituibles, pues por lo general no hay nada insustituible) que nos acompañarán a lo largo de toda la “vida útil” de la compañía, pero habrán muchas otras piezas, especialmente las de un perfil más gestor, que probablemente no servirán para todas y cada una de las fases de la compañía. ¿Y por qué no servirán las mismas piezas en todas las fases de la compañía? Pues por varios motivos, pero básicamente por dos: por un motivo de ciclos y de anquilosamiento. Todo tiene un ciclo, todo tiene un cenit y en consecuencia un posterior descenso, y es entonces cuando deberemos cambiar (en el cenit, no en el valle). Y por un motivo de estilos, es decir, no se requiere probablemente el mismo perfil para crear una empresa, que para hacerla crecer. Ni se requiere el mismo perfil para hacerla crecer que para mantenerla o que para gestionar su declive, para cada uno de estos casos se requieren determinados perfiles, y no todo el mundo, ni todos los puestos son capaces de dar todos los registros, de dar a cada momento el registro adecuado.