Saltar al contenido

Externalizar y quedarnos con el “cuore”

Hace ya algunos años que paso (o debería pasar) a la historia aquel jefe que lo controla, lo gestiona y lo hace todo. Y términos como el delegar han ocupado una gran relevancia. Del mismo modo desde hace algunos años y cada vez más están pasando a la historia aquellas empresas que diseñan, gestionan y ejecutan todos los procesos, y es especialmente de esto último de lo que se pretende hablar en este artículo. Atención, que hablar de delegar o externalizar no significa perder el control absoluto de lo que hacemos dejándolo sin más en manos de terceros. Pues incluso en la delegación o en la externalización podemos tener un gran poder de control y de decisión, pero eso no significa que lo debamos hacer todo nosotros mismos. Es decir, podemos delegar y externalizar y eso no significa que no controlemos como se lleva a cabo la delegación o la externalización y que no estemos encima de estas. Tan encima que podemos dar indicaciones, ajustar lo que no nos guste o incluso cambiar el enfoque de lo delegado o de lo externalizado. Pero si que delegar y externalizar significa que ni nosotros como profesionales, ni nosotros como empresa es interesante que nos vistamos el mono de trabajo para realizar la tarea, a la vez que nos ponemos de recepcionistas en la oficina y a la vez que nos cambiamos y nos ponemos el traje para actuar de directivos. Esto que puede estar muy bien, en profesionales liberales, no es lo más apropiado en empresas de mayor tamaño o envergadura. Por no hablar ya de la necesidad de externalizar no tan sólo departamentos, sino procesos. Muchos al leer esto temerán la pérdida de control ya mencionada que puede generar en parte el delegar y externalizar, temerán el perder eficiencia y seguridad en lo realizado. Y normalmente y bien realizado, es falso, es precisamente lo contrario. ¡Por supuesto que ceder partes de nosotros mismos supone perder una porción de control y es arriesgado! Por supuesto. Pero a su vez delegar y externalizar también nos abre la posibilidad de centrarnos en lo que mejor sabemos hacer, y lo más importante, de dejar lo cedido o lo delegado en buenas manos, de conseguir que cada una de esas cosas se haga de la mejor y más eficiente manera. Pues estará realizada precisamente por quien está especializado en ello, por quien ese proceso o departamento es su “cuore”, por lo mejor que sabe hacer cada parte, y eso puede generar un círculo virtuoso difícil de superar, y normalmente menos costoso de mantener.