Saltar al contenido

Hacernos querer no, hacernos necesitar sí

En el mundo de los negocios tengo una máxima que intento llevar a rajatabla en lo que se refiere a la estrategia financiera a la hora de gestionar mis negocios: hacerme querer no me interesa para nada, hacerme necesitar me interesa para todo. Y esa máxima que la aplico de forma particular a mi persona en mi esfera profesional, la recomiendo a cualquier profesional y empresa. Y digo eso porque en los últimos años y en aras de muchas cosas que yo no comparto (como una mal entendida aportación de las empresas a la sociedad), y muy especialmente como modo de ser simpáticos y atractivos a los ojos de los demás, se había impuesto una cierta anarquía, un cierto ilusionismo en las finanzas de muchas empresas. Finanzas de muchas empresas que se basaban más en los fuegos de artificio que conseguían con sus estrategias financieras, que no con la eficiencia y efectividad real de esas estrategias, y ya podamos ver a donde nos ha llevado, o mejor dicho a donde ha llevado a muchas empresas “de vida alegre” esa estrategia. Y es que señoras y señores yo no busco ser simpático, busco ser rentable. Yo no busco caer bien, busco obtener beneficios, e incluso no busco facturar por facturar, simplemente busco obtener rentabilidad por lo que facturo. Atención que no digo que se trate únicamente o ni tan siquiera de buscar caer mal porque sí, o de ser odiados a toda costa, lo que quiero decir es que eso no nos tiene que resultar indiferente siempre y cuando existan clientes que precisen nuestros servicios. A mi me da igual que profesionalmente me quieran como persona, yo quiero que me contraten, ganar para lo que me contratan y que me paguen, y punto. Nada más y nada menos, busco ofrecer lo mejor al cliente y ganar yo lo máximo. No, no busco nada más, y no lo busco porque sinceramente creo que una estrategia financiera de una empresa pasa por ser estricto al límite, por dejarse de artificios, y por administrar con la máxima disciplina, rigurosidad y objetivos marcados, y es que como digo en muchas ocasiones si quiero amigos me voy al parque a pasear al perro. Muchos pensarán que es una opción radical, y puede que lo sea, pero yo lo que quiero es ser eficiente y ofrecer resultados, no caer simpático o antipático, vendo y ofrezco resultados no vendo caramelos ni sonrisas. Si después de ser todo eso aún puedo ser simpático, pues mira tú, mejor que mejor, pero de no ser así no me quita el sueño para nada. Resumiendo, las sonrisas, el dispendio y la vida alegre han llevado a la ruina a cientos, a miles de empresas, que después de endeudarse hasta las cejas, todo y a pesar de tener buenos cimientos y buenos proyectos, no ha podido resistir la andanada de una caída económica.  Al contrario, la austeridad, la autoexigencia y puede que a veces incluso la racanería ha permitido a otras empresas con menos incluso sobrevivir holgadamente, ¿en qué grupo quiere estar usted la próxima crisis?