
Cuando una empresa decide que debe de iniciar el camino de la internacionalización se le despiertan una multitud de dudas que deberá resolver adecuadamente antes de iniciar el proceso, pues de no resolverlas adecuadamente el coste posterior de todo ello puede ser de enormes o incalculables consecuencias. Uno de esos factores (y probablemente conjuntamente con la forma escogida para internacionalizarse) es el mercado (dicho de otro modo, al país) al que dirigirse. Obviamente la decisión dependerá de múltiples factores, desde nuestras propias capacidades, habilidades o conocimientos, a nuestra capacidad económica. O bien también dependerá muy mucho del producto o servicio que pretendamos introducir, pues lógicamente será absurdo dirigir un producto o servicio en un mercado que no tenga cabida o que incluso genere rechazo por el motivo que sea. Pero en general y obviando casos particulares, existen muy buenos mercados para internacionalizarnos, hoy vemos uno de ellos: los Estados Unidos de América. Y es que el país de las barras y las estrellas, el país norteamericano, forma un espléndido tapiz para el inversor y para el empresario que desea situarse en ese mercado, pero supone un espléndido tapiz que se debe conocer y entender sus particularidades. Los Estados Unidos de América suponen una inmensa tarta, con inmensas y golosas oportunidades de negocio e inversión. Una tarta que además pone todo de su parte e inmensas facilidades tanto públicas como privadas para ser degustada, y es que sin duda los Estados Unidos de América conforman a través de su mentalidad, un lugar creativo, fácil e ilimitado para desarrollar todo tipo de negocios. Pero la tarta de los Estados Unidos de América es inmensa, y si queremos degustarla sin riesgo de atragantarnos, deberemos saber degustarla por partes, pues los USA son una gigantesca nación (que en sí misma se puede decir que prácticamente conforman un subcontinente) que se divide en distintos estados. Unos estados que se configuran entre ellos de una forma muy distinta los unos de los otros, y sin duda no es lo mismo hacer negocios en Nueva York, que hacerlo en Florida o en Delaware por poner unos ejemplos. Del mismo modo que no será lo mismo escoger un estado u otro según al sector que nos dirijamos, y es que no es lo mismo vender unos productos o servicios al oeste americano, que hacerlo al cosmopolitismo de las grandes ciudades como Boston o Chicago, o hacerlo a zonas eminentemente vacacionales como Orlando. Pues cada una de ellas ofrece y persigue unas oportunidades únicas. Eso sí, todas nos ofrecen oportunidades.