
Hoy en día, parece, y digo tan sólo parece, pues en muchos negocios es así, pero en muchos otros y especialmente en aquellos donde trabajamos como profesionales independientes no será tan así, que las empresas cada vez cobran un carácter menos jerarquizado, menos dirigido por decisiones unidireccionales, y resulta cada vez más abierto y con las decisiones tomadas de forma más mancomunada. Aquí y sin entrar a valorar las bondades o maldades de un modelo u otro (pues si a mi entender se refiriese diría que entiendo que obviamente las cosas deben negociarse y hablarse, pero que quien paga es quien manda y quien es el jefe es quien es el responsable de dirigir, y que se requiere de una dirección fuerte para obtener resultados potentes), diré que si nos encontramos en una empresa poco jerarquizada, con una amplia base de personas que toman las decisiones y con una dispersada línea de acción, en esas ocasiones acordar, negociar y dictar unas mínimas líneas o directrices comunes es básico de no querer que la gestión del día a día se torne un caos insoportable. Y digo ello pues es muy común pensar que la gestión o que el día a día, resulta mucho más cómodo, mucho más atractivo y mucho más fácil y ágil si nos encontramos en una de estas empresas “very happy”, pero la realidad, es que si bien puede parecer que a priori es así, y eso es lo que además nos ha hecho creer el imaginario popular, en realidad no es así, y ni esas empresas que presuntamente son de esa forma, realmente lo son, ni funcionarían de forma tan perfecta así, al contrario. Una empresa puede ser amable, una empresa puede ser estilo Google o Apple, pero no nos engañemos una empresa tiene que ser una empresa sería y bien dirigida, e incluso estas dos grandes empresas mencionadas lo son. Son un estilo moderno y afable, pero si leemos un poco más sobre la historia de las mismas, veremos (y muy especialmente en el caso de la manzana mordida) que detrás de esa fachada (real) “very happy” se encuentran (o encontraban) liderazgos fuertes, incluso a veces duros, que casarían más con el modelo tradicional que no con el que supuestamente nos impone la “nueva economía”. Con ello quiero decir que debemos saber encontrar el equilibrio, que debemos saber ser una empresa que va en tejanos y en patinete por la oficina, pero que se pone el traje y la corbata cuando conviene. Que hemos de saber ser una empresa en la que todo el mundo ríe y en la que cuando hace falta se saca el látigo. Y sobre todo, sobre todo, hemos de ser una empresa que si es multidirigida, ha de tener sus particularidades, pero sobre todo tiene que tener una acción básica y una estrategia común. Y es que no nos engañemos, en la empresa, como en otros entes, se requiere de una cabeza visible, con una suma de partes que hagan la totalidad de lo que es la empresa.