
Aunque ya han pasado varios días, siguen apareciendo en la prensa noticias relacionadas con el “traumático” cierre de MegaUpload. No sólo de su pintoresco creador, sino más bien de los damnificados. Y no estoy pensando en los usuarios que descargaban películas o programas pirateados. No, los mayores damnificados son los que utilizaban MegaUpload para archivar SUS documentos. Sus videos personales, sus fotografías, sus planos de AutoCad o documentos en Word. Esos son los mayores damnificados por este cierre inesperado y abrupto. Si antes tenían sus documentos “en la nube”, ahora los tiene el FBI, que es tanto como decir que están en el limbo. Pero hay otro perjudicado, el “Cloud Computing”, que acaba de recibir un golpe importante. Todos conocemos las principales ventajas de la informática “en la nube”. Personalmente la que más me atrae es la posibilidad de acceder a los ficheros desde cualquier lugar, cualquier dispositivo y compartir ese acceso con otras personas. Para otros lo más atractivo es la independencia de la plataforma hardware y la escalabilidad del sistema, en capacidad y rendimiento. En cuanto a los defectos, la dependencia del ancho de banda adecuado es el principal obstáculo que encuentro, sobre todo para usar la nube como sistema de gestión documental. Pero el que más preocupa a posibles usuarios, el que aparece con más frecuencia en una reunión con un posible cliente es la seguridad. ¿Están mis documentos seguros en la nube? Ahora que los ficheros de millones de usuarios están en un servidor en Nueva Zelanda custodiado por la policía, la respuesta es sí, están seguros, pero inaccesibles. La seguridad se plantea habitualmente como la garantía de que los documentos, los archivos, no se van a perder, no se van a borrar por un fallo del hardware o por un ataque de un virus, por ejemplo. Pero el punto débil es otro. Es la “seguridad” de que voy a poder acceder a ellos. Y este caso, siendo el más llamativo, no es el único en el que el acceso a los documentos almacenados en un sistema en la nube ha fallado. Hace solo un par de meses el centro de datos de Amazon en Irlanda estuvo “caído” durante dos días. ¡Dos días! ¿Te imaginas estar dos días sin acceso a tu contabilidad, tu archivo de clientes, tus presupuestos…? Y aunque no es tan grave como que sea el FBI el que custodia tus documentos, a ver cómo llamas a Irlanda a pedir explicaciones. El cierre de MegaUpload que es, indudablemente, un sistema de gestión documental, debería hacernos sacar conclusiones a todos. No se trata ahora de demonizar “la nube” y decir que no sirve para nada. Pero es evidente que aquellos que dicen que solo tiene ventajas, deben ser más cuidadosos al plantear su utilización. La principal enseñanza es, sin duda, que no puedes poner todos los huevos en la misma cesta. Está bien tener tus ficheros en la nube, pero nunca olvides que hay que tener otra copia (o dos) en “otro” lugar. Un consejo que vale exactamente igual para los archivos locales. ¿Tienes tus fotos digitales únicamente en tu portátil? Te la estás jugando (y conozco a muchos que lo hacen). Y para qué hablar de los que trabajan sobre un pen drive. ¡Qué locura! Se pierden continuamente. Siempre, siempre hay que tener copias. En lugares físicamente independientes. La otra gran enseñanza es que elijas bien a tu proveedor de servicios en la nube. Confiar tus archivos a unos muchachos que se definen como “los piratas del siglo XXI”, viven en Nueva Zelanda y tienen un jefe que se llama “no sé qué dot com” es, como poco, una temeridad.