Son muchos los factores que influyen en la situación socioeconómica actual y son muchos los factores con los que esta golpea o afecta a las empresas. Algunos de estos factores son incontrolables por parte de la misma empresa y otros son inevitables, pero existen algunos factores que si que se pueden controlar o como mínimo gestionar de forma diferente, uno de ellos es la agilidad con la que dotamos a nuestra estructura empresarial. Disponer de una estructura empresarial ágil, dinámica y sin gran músculo externo, por supuesto no será la panacea a todos los problemas de la empresa, ni tan siquiera podemos decir que garantizará su propia supervivencia, pero sin duda más posibilidades tendrá de salir a flote o de reconvertirse una empresa ágil y dinámica que no una empresa anquilosada y con una pesada estructura como losa. ¿Y cómo se consigue una estructura ágil y dinámica? Primero de todo, con una mentalidad ágil y dinámica, abierta al cambio y que apueste por las nuevas tecnologías. Pero posteriormente se requiere de una apuesta decidida por este adelgazamiento de la estructura, y para ello la externalización o la centralización de funciones serán unas buenas herramientas a nuestra disposición. Por supuesto, no todas las empresas podrán ser ligeras como una pluma y no tener casi infraestructura, pues por ejemplo no es lo mismo una empresa que simplemente preste servicios por ejemplo de consultora de negocios en Internet y que con un simple ordenador portátil y un teléfono (o ya ni eso) puede trabajar, que una fábrica que requiere de una determinada maquinaria para funcionar. Pero incluso en estos últimos casos, la empresa puede hacer lo posible para que dentro sus posibilidades la infraestructura sea la menor posible. De buen seguro que a la larga lo agradeceremos, seremos mucho más flexibles y resistentes ante un fuerte vendaval. Y es que no es lo mismo ser un ligero meccano al que se le pueden sustituir o adaptar las piezas, que no ser una fuerte y pesada edificación de hormigón que si cae, cae entera.