
En la actualidad muchas son las empresas y profesionales que se ven obligados a mirar de reducir costes “como sea” con el fin de poder subsistir en un entorno cada vez más competitivo y donde los recursos son escasos, así (y tal y como ya hemos hablado en este mismo lugar en muchas ocasiones) la optimización de nuestros gastos se torna en un asunto más que indispensable, en un asunto de vital trascendencia. Y si lo dicho anteriormente es así, y así como se ha comentado lo hemos reflejado en incontables ocasiones, hoy vamos a dar una vuelta de tuerca más al asunto, y veamos cómo podemos optimizar lo que ya pretendidamente hemos optimizado, y obviamente sin que la estructura se rompa. De modo genérico diremos lo siguiente: cualquier tarea, elemento o función que no sirva para el funcionamiento vital de nuestra actividad empresarial o profesional es prescindible. Y así, y en base a esa premisa trabajaremos, ahora bien, el gran problema viene cuando nos realicemos la siguiente e ineludible pregunta: pero ¿qué es aquello que esencialmente necesitamos para funcionar? Obviamente la respuesta no es clara, ni homogénea, dependerá de cada sector, profesional o empresa, pues evidentemente no le podremos decir a un panadero que para reducir costes elimine un coste como puede ser la compra de harina pues estaríamos hablando de dejar uno de los elementos esenciales de su actividad, ahora bien, en todos los casos el planteamiento será de ante mano que todo es prescindible o cuanto menos replanteable. Dicho esto, y una vez ya creamos tener reducidos nuestros costes y nuestra estructura lo máximo posible, aún redoblaremos la apuesta y daremos una vuelta de tuerca más al asunto, ¿cómo? Planteándonos lo siguiente: bien, ahora ya tengo sólo lo que realmente necesito para operar, pero así y todo como puedo optimizar lo que tengo. Y es entonces en base a ello que trabajaremos para de lo esencial, buscar aún lo más esencial, menores costes de compra, cambiar proveedores y otras estrategias para lograrlo podrán resultar de vital interés (trabajo que no deberíamos realizar tan sólo por cuestiones coyunturales). Pero atención, todo lo anterior nos conduce a plantearnos seriamente algunas preguntas, ¿este es el modelo de negocio que quiero?, ¿quiero un modelo de bajo coste porque sí o bien prefiero ofrecer un alto valor añadido aunque sea a coste de tener unos mayores precios, y unos mayores costes? Además, cabe plantearse la siguiente cuestión: de la situación económica que nos aprieta saldremos, y cuando salgamos, ¿en qué posición quiero estar?, ¿quiero ser uno más o quiero estar bien posicionado? La respuesta a la pregunta anterior no está nada clara, y dependerá de cada caso en particular, de la forma de entender el negocio de quien lo gestione y de otras variables. A entender de quien firma, la política del precio por el precio es más que nociva y sólo nos llevará a ofrecer menor valor. Pero atención, ¡podemos ofrecer valor y llevar a cabo la optimización anteriormente mencionada! Pero sin pasarnos añadiría, pues ofrecer valor, no tiene porque estar unido siempre a tener unos altos costes, pero sepamos donde recortar y donde no podar.