
El consumo colaborativo es una forma de intercambiar, compartir, prestar, alquilar o regalar algo por medio de la tecnología. Pero aunque el consumo colaborativo ha llegado para quedarse por medio de las tecnologías, también las empresas y medios tradicionales se apuntan al carro de esta nueva forma de consumir que favorece el ahorro de dinero, el respecto al medio ambiente, la flexibilidad, la practicidad y ofrece el acceso a muchos más bienes y servicios. Lo cierto es que las personas, y sobre todo en situaciones económicas difíciles, buscan cómo ahorrar cambiando su forma de pensar y de consumir. Por ello nacen cada vez más iniciativas de cara a la colaboración en el consumo. Algunos ejemplos de consumo colaborativo son el trueque, préstamos persona a persona, crowdfunding, intercambios de ropa, covivienda, coworking, huertos compartidos, taxi colectivo, viajes compartidos en coche, bancos de tiempo, bike crossing y muchos otros. La valoración del año pasado con respecto a este tema es bastante buena. La tendencia en el consumo colaborativo ha madurado y el paisaje ha cambiado en sólo un año, ha habido importantes inversiones, aunque hace falta un cambio de mentalidad colectiva y cultural. Si alguien necesita algo durante un tiempo limitado, o que puede compartir con otras personas, ¿por qué no ahorrar en ello? Una de las principales causas de la situación económica de muchas personas, además de la situación económica general, es que gastaban desmesuradamente, sin pensar que las cosas podían cambiar, e incluso utilizaban los préstamos y plazos de tarjetas de crédito para ello. Incluso llegaron a comprar cosas que sólo necesitaban una vez. Y este nivel de vida para muchos simplemente no es sostenible durante mucho tiempo. Por eso, muchas personas han descubierto una forma más racional de comprar, ya sea con el uso del consumo colaborativo o sin él. La principal filosofía de esto está en disfrutar, no en poseer. Se pueden poseer muchas cosas, pero se pueden disfrutar muchas más, por lo que si intentamos disfrutar lo máximo posible aún sin poseer descubriremos que podemos acceder a muchas más cosas. Eso sí, una de las bases de este tipo de consumo es la confianza, ya que este es uno de los pilares del consumo colaborativo, sin ella no hay nada. La imaginación tiene el poder, y es por ello por lo que se ha evolucionado en este campo hasta tal punto de que está presente en la mayoría de los ámbitos de nuestra vida. Ya no es un modelo emergente, es una realidad patente que no debe ser menospreciada. Y cada vez más consumidores lo saben y se suman al carro, algunos por necesidad y otros por propia conciencia o por un “cambio de mentalidad”. Es algo que ya están potenciando muchas personas y muchas empresas, incluso llegando a ser un modelo de negocio importante para algunas sociedades.