En ocasiones, los empresarios, así como los directivos de grandes empresas pueden llegar a cometer algunos errores o fallos a largo de su trayectoria profesional que pueden llegar a repercutir a trabajadores e incluso clientes. Es aquí donde podremos encontrarnos dos tipos de personas, aquellas que han cometido el error, son conscientes de ello y lo reconocen, mientras que en cambio, en otros casos hay personas a las que nunca les pasa por la mente que a la hora de tomar aquella decisión concreta se hubiesen podido equivocar. Cabe decir, que los primeros son empresarios o directivos humanos, que inspiran toda la confianza a sus clientes y/o trabajadores, mientras que en el segundo caso, son personas que inspiran desconfianza, inseguridad e incluso temor. Cuando un directivo no reconoce equivocarse nunca, atribuyendo sus errores a otras personas de su entorno, resulta ser totalmente injusto y nocivo para las relaciones con sus trabajadores, ya que al saberse libre toda culpa, todo error o equivocación que se cometa en el negocio o empresa no es capaz de entenderlo, ni es comprensivo con los posibles errores que puedan llegar a cometer sus subordinados. Esta actitud lleva a un corto/ medio plazo a que dicha persona se vaya quedando sola, y sea rechazada por los demás, lo cual les aboca a la soledad cuando entran por la puerta de su empresa. Y es que una forma de ser en la que no se pueden reconocer los errores que ha cometido uno mismo en su toma de decisiones o en cualquier otro aspecto provocará que la gente de su entorno les rehuya, ya que no desean tener que sufrir broncas constantes de forma frecuente de forma injusta y arbitraria. Este tipo de empresarios o directivos como no conciben una relación de confianza la soledad que les rodea la conciben como una situación totalmente natural, en ningún caso como algo anómalo. En cambio, si se trata de un directivo o empresario que se muestra cercano con los trabajadores y/o socios que le rodean se gana el título de directo cercano, comprensivo y sobre todo humano. El resto de personas lo consideran casi como uno más, igual que ellos, lo cual genera una situación de distención, con menos tensiones a la hora de entablar una conservación. En este caso los trabajadores o subordinados trabajan con la tranquilidad de saber que pueden cometer errores como cualquier ser humano y su jefe lo comprenderá. Cuando un jefe pide perdón por un error cometido, logra ganar muchas más autoridad entre sus trabajadores, entre su entorno. Es rara la persona que se ha disculpado con sus trabajadores o entorno por un error concreto y no haya sido perdonado, comprendido y respetado por aquellos que le han escuchado disculparse. Pedir perdón es un acto que logra mejorar de forma considerable las relaciones humanas, aunque cabe decir que esta afirmación es que debe aplicarse no solo en el ámbito profesional, sino también en el ámbito personal, con amigos, pareja y/ o familia. Pedir perdón hace grande a una persona.