
Ya sabemos que hay situaciones inevitables o imprevistas, pero en ocasiones existen ciertas señales que nos deben hacer parar o encontrar nuestros límites. Es necesario estudiar con detenimiento a un cliente antes de trabajar con él, poniendo todas las condiciones desde un principio e intentando informarte de cómo trabaja la persona, porque a veces las condiciones no se respetan. Cuando el cliente pide que te desplaces varios kilómetros para una reunión personal sin haber fijado ningún detalle del proyecto hay que pensárselo bien, ya que puede que el cliente rechace la oferta después de haber perdido tiempo y dinero. Al menos se debe intentar negociar antes de una negociación presencial para ver si el cliente se encuentra interesado inicialmente en el presupuesto o en tus servicios como tal. Algunas personas sólo hacen perder el tiempo para luego no aceptar el proyecto “porque hay otro mejor” o porque realmente no le interesaba tanto. Si el cliente no valora lo que vale tu trabajo, lo más probable es que acabe despreciándolo o intentando dificultarlo, así que en ocasiones es mejor renunciar a ello. Si el cliente quiere rebajar tu precio hasta un punto en que tu trabajo “es barato” Si el cliente tarda mucho tiempo en responder a las preguntas, propuestas o lo que se le propone pero afirma tener prisa en contar con el proyecto lo antes posible, por lo que no cambia la fecha de entrega, aléjate lo antes posible, puedes acabar perdiendo mucho tiempo que ya no recuperarás. Cuando el cliente acepta el proyecto pero después quiere hacer grandes cambios o pequeños cambios graduales sobre ya lo que se ha aprobado. Puede haber aprobado algo y querer cambiarlo porque no le gusta cómo queda, el problema es que esto no es puntual y al final acaba pidiendo cambios y cambios y cambios con los que no se contaba. El cliente no tiene claro lo que quiere pero tampoco se muestra dispuesto a aconsejarse por ti, ya que aunque “confía en tu criterio” y acepta lo que le propones, finalmente quiere cambiarlo todo poco a poco según la marcha, de hecho propone cosas totalmente distintas de las indicadas. Conforme empiezan a surgir ideas del proyecto el cliente pide más cosas de las pactadas, intenta añadir más por el mismo precio. Y, por supuesto, sin ampliar el tiempo de entrega. A veces una impresión puede decir mucho, de manera que si el proyecto “no compensa” mucho a veces es mejor perder y dejarlo pasar, sobre todo si se tienen otros proyectos en mente. Si el cliente no quiere dejar por escrito las condiciones del trato puede cambiarlas en cualquier momento o utilizarlas como excusa para no pagar, cuidado con ello. Si el cliente no quiere pagar nada por adelantado puede abandonar el proyecto cuando quiera y sin ninguna excusa, en ocasiones ya lo hacen aún pagando así que… es importante pedir un adelanto a menos que ya se conozca al cliente y su reputación intachable.