
Desde siempre he defendido que no se necesita un gran capital para llevar a cabo un negocio, ni para realizar muchas de las acciones que un negocio requiere cada día. Y si bien, ello a mi entender es más que cierto y me reafirmo en ello, también lo es que si bien no hace falta un gran capital, sí que hace falta un gran decoro en todos los aspectos, en este caso en relación a los servicios básicos que nos auto prestamos nosotros mismos, me explico. Me explico, una cosa es que escojamos servicios acordes con nuestras posibilidades, que escojamos incluso gran parte de servicios que podamos hacernos nosotros mismos, y otra cosa es que traspasemos la línea de lo hortera y del mal gusto en ello. Podría poner muchos ejemplos al respecto, pero uno de los más claros es el de aquel profesional que para ahorrar decide diseñarse e imprimirse el mismo las tarjetas de visita (sí, aunque parezca mentira aún existen). Este profesional, puede que en muchos casos no tome una mala elección en realizarse el mismo el servicio (en otros no será adecuado), pero siempre que se lo haga con unos mismos estandartes de calidad y decoro. Y es que ya que se lo hace uno mismo o bien escoge opciones de bajo coste, como mínimo que se lo haga con un diseño y unos productos decentes, con un estilo que no tire para atrás, y muy especialmente como he dicho que no pase de lo simple pero interesante, a lo cutre y hortera a más no poder. Y digo esto porque últimamente parece que en la tan manida cultura del bajo coste, de todo lo “low cost”, el conseguir los productos más baratos, el ahorrar por ahorrar este por encima de todo, y a mi entender sin duda no es así. Y no es así, porque (y siempre lógicamente a mi entender) nada tiende de positivo para nuestra gestión económica de nuestra empresa, la estrategia del ahorro por el ahorro, de gastar lo mínimo posible, por gastar lo mínimo posible. En muchas ocasiones hablo de saber vivir “low cost” profesionalmente o de “estructuras ágiles”, pero es que lo que aquí estoy diciendo nada tiene que ver con el bajo coste, ni con una estrategia, ni con una gestión económica que derive en una estructura ágil y poco pesada, que nos permita ser competitivos. Lo que aquí expongo tiene más que ver con la tacañería mal entendida y con lo hortera, que no como digo con sistemas de bajo coste o sistemas de estructuración ágiles. Pues si en realidad es algo, una actitud así, ese algo, esa gestión es la antitesis a lo que el autentico bajo coste y lo que las autenticas estrategias de estructura ágil promulgan y persiguen. Y es que no nos engañemos ser ágil, no es ser malo, y ser “low cost” no es ser lo más barato posible, en todo caso es ser y ofrecer lo mejor posible al coste más óptimo posible de lograr, pero nunca, reitero, nunca, bajando de un determinado estandarte de calidad.