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¿Vuelve el cerdito?

Todo es intentarlo. Yo me empeñado en guardarme todas las monedas de dos euros que caen en mis manos. A veces es una tentación no gastarse ese dinero, pero quiero ahorrar por lo que pueda pasar. Hasta me he comprado una hucha de ésas, de cerdito ”. Nos encontramos a pie de calle y ésta es una de las mejores respuestas para ilustrar el panorama que vive el ahorro en nuestro país. Los datos del estudio del Instituto BBVA nos dejan 1.225 hogares entrevistados, de los cuales casi la mitad, el 45%, logra cumplir con el objetivo del ahorro, pero cuando aumentan la cantidad ahorrada bajan los hogares que pueden permitírselo. El 15% logra guardar un cuarto de la cantidad total que ingresa, el 2% consigue ahorrar un 25%, el 6% alcanzan el 30% y sólo un 7% consigue que la cantidad supere los tres euros de cada diez que se ingresa. Lo curioso es que las cifras más altas en ahorro vienen de las familias más jóvenes, también de las clases sociales más pudientes y, por comunidades, las más ahorradoras son las del norte: Galicia, Asturias, País Vasco y La Rioja. Carrera de obstáculos para el ahorro Y no es ninguna broma. Si al principio de la crisis el ahorro bruto como porcentaje de la renta se disparó, poco a poco fue cayendo con periodos bastante complejos, como el comprendido entre abril y junio de 2012, cuando se produjo la primera tasa negativa. ¿Por qué no se ahorra más? ¿Cuáles son los obstáculos de esta carrera de fondo? Pues, básicamente, en ello tiene que ver la reducción de la deuda, sobre todo de aquella que afecta al pago de las hipotecas. Sin embargo, eso no es todo. Alta deuda, un mercado laboral precario y escaso, a lo que sumar una presión fiscal elevada son los principales obstáculos en el tema del ahorro. Se vive muy al día a día. A mí, al menos, el dinero no me alcanza para más”. Nos contesta otro viandante cuando le preguntamos si consigue ahorrar a final de mes. Su caso no es el único. Siete personas más nos contestan lo mismo. Pero no son sólo casos particulares, las empresas sufren lo mismo. El pago de intereses y el consumo se llevan buena parte del pastel de los ingresos y apenas queda algo en caja para destinarlo al ahorro o a la inversión. Lo que deja a la economía española en general dependiente de la financiación exterior o del crédito, que, como muchos consumidores se quejan, es escaso. La buena noticia es que, al menos, tanto las familias como las empresas van reduciendo sus deudas. No obstante, la mejora que llevamos viendo en los mercados no se ha trasladado a hogares y empresas. En los hogares, el endeudamiento roza el 80% del PIB, y en el caso de las empresas, asciende al 110% del PIB.

Cómo ahorrar

Obviamente, no todas las familias pueden ahorrar lo mismo, aunque se recomiende un ahorro del 10% del ingreso total. Puede que el mejor ahorro sea no gastar. Pero existen trucos que ayudan a la hora de pagar la compra, luz, el móvil… y todavía disponer de unos eurillos para la hucha. Por ejemplo, limpiar habitualmente las bombillas ayuda a reducir el consumo de electricidad, ya que se evita que el polvo reduzca su potencia lumínica. También se recomienda no dejar ningún aparato en standby. Mejor desenchufarlos y ahorrarse 50 euros al año. Por lo que respecta a la compra, se aconseja combinar los productos de marca con los de marca blanca. Y el tupper vuelve a estar de moda como alternativa a la hora de comer en el trabajo. Según la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) el ahorro puede llegar a los 700 euros al año. Estos son sólo algunos de los consejos que se pueden encontrar en el ebook Cómo ahorrar 5.000 euros al año de Rocío Carneros y Jorge Planelló, que ya va por la segunda edición y en el que también se puede encontrar aplicaciones para móvil destinadas al ahorro. A corto, medio y largo plazo Para todos aquellos/as que disponen de una buena cantidad ahorrada hay otras opciones en el libro para rentabilizar dichos ahorros. La clave para un ahorrador a medio o a largo plazo es invertir en productos con mayor rentabilidad, pero también esperar. Ahí entran las enormes posibilidades del interés compuesto. Al final del primer año se recogen sólo los intereses y al final del segundo año, lo que nos vamos a encontrar es que la rentabilidad va a ser calculada en base a la cantidad inicial más los intereses del primer año y así el tiempo que queramos. En cualquier caso, a la hora de contratar productos financieros, además de la rentabilidad, hay que contar con el riesgo y la liquidez. Uno de los productos más seguros a corto o a largo plazo son los Bonos y Letras del Tesoro, aunque su liquidez es débil. En el supuesto de querer recuperar la inversión antes de tiempo habrá que acudir a un mercado secundario y depender de la cotización del momento, lo que puede suponer que perdamos capital. Las cuentas y depósitos a plazo fijo son también de lo más seguro y la liquidez es buena. Con respecto a los fondos de inversión o de pensiones quedan fuera de los balances de las entidades depositarias con lo que quedan fuera también de una hipotética quiebra bancaria. Pase lo que pase, los clientes seguirían siendo propietarios. Otra opción son los pagarés, son bastante parecidos a los depósitos, la diferencia es que son productos de renta fija con un riesgo algo mayor. Dependen de la solvencia de los bancos que lo emiten. Tienen menos liquidez que los depósitos y, como en el caso de los Bonos y Letras del Tesoro, si se quiere recuperar el dinero antes de tiempo hay que acudir a los mercados secundarios. Seguridad ante todo Pero hay muchas otras posibilidades, como las acciones, las obligaciones o bonos convertibles en acciones, las participaciones preferentes… Sin embargo, su riesgo es muy elevado y no se recomienda si no se dominan sus características, ya que algunos casos han supuesto pérdidas considerables para los ahorradores. Un solo ejemplo. Las cuotas participativas que emitió la antigua CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo) hoy en día no valen nada. Estamos en un momento económico complejo lo que provoca que ante todo se quiera ir sobre seguro y más con el tema de los ahorros. Un consejo que no está de más es no invertir nunca en productos que no se comprendan. Siempre se puede cambiar Los bancos lo saben y por ello intentan captar a clientes ahorradores descontentos con sus entidades respectivas. Atractivos regalos, bonificaciones… Todo o mucho para quien traspase un plan de pensiones o fondo de inversión.  Lo cierto es que algunos son productos cebo y hay que tener en cuenta si tienen un plazo de vencimiento, con lo que hay que renovar cuando finalice este. Sea como sea, los bancos tienen que enfrentarse a la desconfianza sobrevenida por su papel en la crisis económica. Mucha gente sigue sin fiarse de las entidades financieras por mucho que tengan beneficios y ofrezcan buenos productos financieros. Tengo el dinero justo en el banco para pagar recibos y poco más. No me fío de ellos y menos para dejar en sus manos mis pocos ahorros.” Nos comenta otro consumidor, algo indignado por la falta de crédito. Como vemos, puede que la alternativa esté en las huchas. ¿Volverá el cerdito a ponerse de moda?